Vamos a entrar en los camarines de la escritura. ¿Qué encontraremos allí donde se mezclan las citas bibliográficas con los recuerdos de familia? ¿Qué collage arman las voces ajenas en su encuentro con la propia? ¿Cómo se ensaya un tono? ¿Cómo se vuelve a decir un poema escrito o leído, no importa, hace décadas?
No hay lujos aquí sino curiosidad. A cada paso, mientras atraviesa los días, el tiempo, la diarista se vuelve a enfrentar a las mismas preguntas con obstinada perseverancia. Hay que echarle ganas, nos dice varias veces y no sabemos si a la lectura, la escritura del diario, esta etapa de la vida o la terapia. El ensayo pone todos los elementos, todos los coloretes y espejos, al mismo nivel, en horizontal, sobre la mesa. Así se vuelven visibles para nosotros sus experiencias, sus recorridos por el territorio, los años y los libros. Una visión agazapada y deseante del mundo que la rodea.
Estamos dentro. Nieva desde temprano en este libro que nos permite entrar a los aposentos privados de la escritura en la vida, obra, bibliotecas, familia, amistades y fantasías de Graciela Cros. Algunos poemas propios y ajenos, un caja de postales de lectura y escritura, conferencias y una entrevista acerca de lo que hacemos al hacer lo que hacemos. Por momentos parece que nada pasará, pero enseguida las letras se levantan otra vez, repuestas de todos los halagos, para continuar su faena: “¿vale la pena continuar? Hago esto con los poemas, vienen una y otra vez, golpean la puerta, no les abro, recién cuando siento que su intención es genuina, los dejo entrar y los escribo”.